¿Por qué gozamos? ¿Por qué sufrimos?

¿Por qué gozamos? ¿Por qué sufrimos?


El hombre está compuesto de deseos; en proporción a sus deseos es su prudencia; en proporción a su prudencia, realizará actos; en proporción a sus actos, serán los resultados que coseche.

Con este pensamiento se define la ley de causa y efecto y su aplicación a la vida cotidiana de cada ser humano. Los maestros orientales son muy afectos a los ejemplos prácticos para comprender verdades metafísicas.
Así , para aclarar cómo actúa la ley de causa y efecto en la vida de cada uno de nosotros, nos invitan a imaginar que la vida es un camino y que a cada costado del mismo se encuentran sendas mallas elásticas. Si una persona, caminando por el recto sendero se desviase, sería repelida por la malla con otra fuerza proporcional a la que ha transgredido. O sea que la malla tiene una resistencia y según la tensión que ha recibido devolverá al elemento transgresor al sendero original, pero con una enseñanza rectificadora. Así explicada esta ley, quien la altere debe » sufrir» condiciones adversas por haber  violado la armonía universal.  Este sería el concepto esencia de lo que la teosofía define como Justicia Natural.

A esta ley de causa y efecto la llaman Karma , término sánscrito que significa acción en todo sentido: «bueno» o «manlo». Es la acción – realizada por cada uno de los humanos- que moldea al futuro hombre. Los errores que yo he cometido, los debo compensar como efecto y no los padres, como sostiene el cristianismo, que afirma doctrinariamente que los «pecados » de los padres los deben pagar los hijos». Eso es una herejia filosófica.

Ninguna acción que realice el hombre individualmente deja de producir un efecto, tanto en el cuerpo, como en la psiquis y la mente. Las buenas o malas tendencias de esta vida, como la felicidad y el sufrimiento del hombre son las inevitables consecuencias de sus acciones.  Por ello se dice que las penas y aflicciones en esta presente vida deben ser aceptadas con calma y resignación.

Esto es un incentivo moral para inclinarse hacia la recta conducta ya que el que en esta vida no hace acciones contrarias al Dharma ( la Ley Universal de equilibrio), tendrá escaso dolor y sufrimiento en el mundo de las formas , porque aún las formas se ajustan al Dharma .

De esta manera el hombre es libre de acelerar o de obstaculizar su propio develamiento conciencial. La rectitud (la armonía interior) será recompensada y el error( ignorancia) será determinado a la rectitud, por medio del conocimiento o el dolor. Lo original de esta doctrina es que en la evaluación de nuestra conducta no actúa un poder externo,, sino que nosotros mismos sufrimos por el error o cosechamos alegría por el recto actuar.

El remedio, para lograr la armonía en nosotros mismos  y evitar  el balanceo entre causa y efecto ,es el autocontrol. Sin él es imposible el progreso en la vida espiritual. El autocontrol significa el desarrollo y el fortalecimiento de la facultad determinativa que mantiene bajo control a los órganos de los sentidos y a la dispersión de la mente.

Si tuviéramos en cuenta esta ley , veríamos que todo lo que le ocurre al hombre no es fruto de la casualidad, sino que son efectos de remotas causas, que el hombre no sabe encontrar para entender lo que le pasa. Para encontrar esas causas, debemos practicar la introspección, el «menternos» dentro de nosotros mismo y en profundo silencio vincularnos con la esencia del ser. Recuerden :la casualidad no existe.

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