En la teosofia se nos ha enseñado,que el primero y fundamental de los sentidos, no sólo del hombre sino en el resto de los reinos, es escuchar. Dicen los Maestros de Sabiduría que el último de los sentidos que cesa cuando finaliza la vida física,es el oído.Por ello en el Libro Tibetano de los Muertos llamado el BhardoTodol, y también en el libro de la muertos egipcios , llamado el Libro de la Oculta Morada, se enseña que durante la agonía de un ser humano, se le deben cantar montram y letanias, que le ayudaran en el paso hacia la morada celeste. La persona estará escuchando aunque ya no tenga respuestas verbales.
Si hacemos este ejercicio en la vida cotidiana,aprenderíamos el arte de escuchar.Y aclaro una pequeña diferencia: escuchar es un estado de consciencia y oír es un sonido que si no pasa por el tamiz de la mente solo queda como una brisa, un soplo.Dicen los alquimistas que es «importante» escuchar al cuerpo, el cual tiene tres discursos: primero susurra, segundo habla y tercero grita.»Observen mis lectores lo importante que es saber escuchar, pues el mismo cuerpo ,con sus maravilloso campo celular, nos esta hablando y no lo escuchamos ,con los que sobreviene el dolor y luego la muerte. Pero nos estuvo todo el tiempo previniendo de lo que ocurriría si no tenemos la voluntad de cambio y de buscar el remedio apropiado.
Recientes investigaciones científicas han demostrado que los bebes de seis meses de edad, que por supuesto ignoran el significado de las palabras, distinguen perfectamente la lengua materna de la extranjera.
Esta información la consigno oportunamente la doctora Patria Kuhl, que coordinaba un equipo de científicos suecos y norteamericanos, ha explicado uno de esos fenómenos que no es suficientemente conocidos por el hombre común.
Anteriores estudios de linguistica, psicología y pediatria señalaban la imposibilidad infantil de discriminar diversos sonidos. Esta captación estaba en relación directa con la capacidad del bebe de comprender el sentido de las palabras.
Una de las experiencias realizadas para confirmar esta nueva hipótesis consistió en que niños entrenados volvieran la cabeza cuando un emisor marcaba cambios fonéticos, especialmente al pronunciarse las «íes» inglesa y sueca. Los estudios permitieron observar la discriminación de los bebes respecto del sonido de la lengua autóctona.
Según los investigadores, este aprendizaje casi inconsciente se debe a que la mayor parte de los adultos, sobre todo los padres, tienen el hábito de hablar a los bebes en tono pausado, marcando claramente las sílabas.
Lo que se busca demostrar es que el cerebro de los bebes es un campo fértil para la receptividad fonética que les permite luego seleccionar los estímulos marcados por la lengua materna.
CONSECUENCIAS DE PERDER ESA CAPACIDAD DE ESCUCHAR.
Ahora bien, si desde temprana edad tenemos la capacidad de diferenciar los sonidos y el escuchar es una posibilidad de conocimiento ¿ cómo es posible que con el tiempo y nuestro crecimiento no sepamos escuchar??
Escuchar lo que otra persona dice sin agregarle nuestra interpretación. Generalmente no sabemos escuchar lo que el otro dice y lo que tendría que ser un diálogo- en la inmensa cantidad de debates en la humanidad y especialmente entre los políticos- eso que tendría que ser un dialogo se transforma en un monólogo donde lo único que nos interesa es sentir nuestra voz por sobre la del otro. No hay diálogo ( palabra compuesta por «día»= luz; logos= palabra, la palabra que traiga la luz. En todo monólogo el que tiene la palabra se traba en una lucha dialéctica sin que al final sepamos de lo que estan hablando. Porque unos y otros levantan tanto el volumen para defender sus posiciones que lo que tendría que ser un civilizado intercambio de ideas parece mas bien una jauria disputando un hueso.
En estos últimos meses universalmente se esta bregando por una restablecimiento del dialogo y el consenso, pues , clasico del humano, ante la presencia del desastre volvemos a la normalidad cultural.
Y toda esa incomunicación proviene, entre otras cosas, a que no nos han enseñado a escuchar. No tenemos la serenidad de ánimo para pensar lo que estamos escuchando., pero si estamos pensando en la próxima estrategia para derrotar al otro. Ese hábito de no saber escuchar nos ha tornado absolutistas y no queremos escuchar a nadie porque tememos descubrir que no somos exclusivos, que otros piensan igual o mejor que nosotros y eso nos duele. Y allí nace la personalidad intolerante que en estos tiempo supera ampliamente ,en numero ,a la tolerancia en todos los campos de las relaciones humanas.
Una de las prácticas que les recomiendo, yo lo hago, es aprender a escuchar, tener la paciencia que el otro exponga libremente sin interrupciones de nuestra parte, prestar atención a lo que dice y fundamentalmente estar seguros de nosotros mismos. El que interrumpe permanentemente ,muestra debilidad ,intolerancia e inseguridad. Si todos aprendenos a escuchar, como el bebito, sabríamos diferencia los sonidos y asistir a un melodioso concierto social.Reinaría el diálogo, que es decir la» palabra que traiga la luz». Ah, finalmente les cuento: Dios dijo» hágase el mundo, y el mundo se hizo». Dios pronuncio la palabra de luz, el Verbo o el Logos(palabra).