Decía los hierofantes egipcios» hay que tener siempre la imagen de un Dios en este escudo o espejo, porque así no habrá lugar para otra imágen.
Lo mismo sucede con la mente, hay que tenerla ocupada en una idea elevada. El que tiene una idea grande, aunque sea una idea loca para el común de las personas, es en cierta forma el tamaño que tenemos dado por la idea. Aunque sea, si no podemos tener una imagen alta, que sea una imagen neutra, para que no puedan entrar imágenes peores.
Con referencia a este concepto, quiero decirles que es importante realizar siempre nuestras ideas, porque son como los alimentos en el mundo material. Si no se consumen se descomponen y se crean microbios, en el mundo de las ideas se crean larvas etéricas.
Toda idea necesita verse plasmada, porque eso da lugar a que entren nuevas ideas, más altas y más frescas. Por eso dice la enseñanza teosófica que no hay que dejar morir los sueños, si no tenemos la voluntad de realizarlos, hay que desterrarlos de entrada, pero nunca matarlos, dice Mabel Collins, » no hay peor herejia que matar un sueño».
Si en el loco afán, en la búsqueda de la concreción de un sueño o de una idea, alcanzamos la muerte, no importa: morir buscando un sueño grande no es sino una forma de acelerar su plasmación. Esto lo enseñaba HPB en Adyar.
Se cuenta la historia de un discípulo de Subba Row, que se le ocurrió que debía ser iniciado en el Tibet. Se llamaba Damodar, Vivía con esa idea fija y era tal su alienación, que seguía a HPB, por todos lados porque suponía que ella conocía el camino que llevaba hacia los Maestros. La persecución era constante, pero cuando ella debía partir realmente a sus encuentros con los Maestros, ni él ni nadie la podía localizar.
Damodar, decidió entonces no seguir más a nadie, se preparó una valija e inició su viaje al Tibet, seguro de su éxito de ser Iniciado por los Maestros. Al llegar a las laderas de las grandes montañas nevadas, tomó un guía, quien al poco andar lo abandonó diciendo que más allá no podía seguir. Damodar, siguió entonces caminando solo y nunca más se supo de él. Después de un tiempo y por indicación de los guías, se encontró el cadaver helado junto con su equipaje. Olcott, se lamentó mucho ante el sueño truncado de Damodar. Tiempo después uno de los correos tibetanos trajo una carta firmada por el mismo Damodar que decía:
«Querido Coronel: como el camino era muy áspero, dejé todas las valijas, pero llegué»
Así vemos que lanzarse a cumplir un sueño aunque nos quede grande, no deja de ser positivo, aunque tengamos que dejar para conseguirlo » todas las valijas».
Por su parte el Dr Mario Roso de Luna, cuenta otra experiencia, vivida por un discipulo que buscaba al Maestro físico. Y dice que había un hombre que estaba empecinado en conocer al Maestro Moria y para conseguirlo pasó por cientos de vicisitudes inimaginables .
Esto hombre, después de mucho caminar, llega a una ciudad en la que por sus construcciones simbólicas suponia estar cerca de su cometido. En ese momento se la acerca un grupo de jinetes que dándole una soberbia paliza , lo arrojan a un arroyo, prohibiéndole volver a ese lugar. Pero el hombre volvió varias veces y varias veces se repìtió el mismo hecho, hasta que casi muerto y tras una nueva tunda, reconoce entre los hombres que le pegaban, al Maestro Moria, por el anillo que llevaba en el dedo. En el momento en que lo reconoció las palabras del Maestro fueron: Yo soy Moria… y ahora dime, de que te sirve haberme visto?….
Tal vez, le dice Moria,»hubiera sido más acertado un acercamiento al maestro no tanto físico, sino a través del estudio y del crecimiento espiritual, porque lo más importante es la enseñanza y no la personalidad del Maestro»
Digo finalmente vive los sueños…porque ellos son como los pajaritos, si no los alimentas…mueren. Vive en realizar un sueño Redentor del hombre ; un sueño en que exista un mundo mejor, más fraterno, más solidario, mas bueno y justo. Sueña y según sea la fuerza de ese sueño se hará realidad. Y si no quieres soñar…sé uno de la caravana de los dolientes.
