Según los historiadores de la antiguedad, como por ejemplo un Cicerón, un Heródoto, aquellos que no sólo relataban , sino interpretaban el acontecer de la sociedad, hay períodos de ascenso y descenso de la cultura, de la humanidad. En medio de estos dos grandes acontecimientos colocaban un puente comunicante al que llamaban  transición.  Y decían, a modo de ejemplo matemático que entre el número  uno y el número dos  hay  un no número, que comparte una porción del uno y una parte del dos, uno como final y el otro como inicio.

Los egipcios tenían , en su panteón nueve dioses que conformaban la Eneada de Heliopolis. Esta, dentro de su concepción teológica y cosmológica finalizaba en Horus mayor, el hijo de Osiris e Isis y se iniciaba la nueva Eneada con Horus Menor, más cercano a la evolución humana. Es el Yin y Yang de los chinos, quienes tenían la misma concepción sobre el movimiento sin fin. Es decir,nada termina o se inicia inesperadamente, sino que lo que finaliza deja su impronta eterica en lo que vendrá, esto sería el principio del infinito, o tal vez la eternidad, nada muere, todo se transforma en forma espiralada en busca de la perfección. Es el movimiento séptenario- arriba y abaja; a un lado y otro;hacia adelante y hacia atras,y el séptimo en envolvente, la síntesis- que fue tema de reflexión y debate  a lo largo de toda la inquietud filósofica. Platón, encontró una respuesta maravillosa:las cosas se mueven porque son imperfectas y buscan la perfección. Transición también es la pubertad, entre la niñez y la adolescencia; la adultez, entre la adolescencia y la vejez y ésta entre la adultez y la muerte, sin que ésta sea el fin, sino el inicio de un nuevo ciclo de la existencia.

En esta epoca los seres humanos, a nivel mundial , estamos  viviendo una transición entre una Era de la separatividad, el egoísmo enfermizo, la violencia irracional, las guerras, que siempre traen dolor y sufrimiento; y otra Era, en la cual se podrá  vivir el Amor, la Paz, la Armonia y la Integración humana, todo ello como reflejo de un idealismo espiritual.  O sea que siempre existirá la separatividad, el egoísmo, la violencia y la guerra, pero en disminución a medida que el humano sea más consciente de su espiritualidad.La separatividad, el egoísmo, la violencia, la guerra serán lastres de una nueva humanidad: serán los primitivos a los que habrá que encausar en una educación altruista y fraternal. Los taoístas chinos las definen a esta etapa como la Edad de lo Rojo, la sangre y   la otra que vendrá como la Edad Blanca, la de la concordia. Este concepto, tal vez suene a idealismo romántico, porque en todo período de transición existe la confusión, la incredulidad, la desconfianza, la negación de los valores que por largos siglos han sido guías de los hombres. Sin embargo, hay actualmente sobrados ejemplos de la ignorancia o falta de practica de esos valores. Estamos viviendo la transición entre la raza de los hombres y la raza de lo humano. Lo humano es un grado de perfección del Ser.

Lo paradógico de nuestro tiempo es que los que tienen el poder no entiendan el ritmo histórico, mientras que el hombre común, el simple ciudadano lo instuye por sobre la maquinaria propagandistica montada por los que se aferran al pasado y elaboran sus estrategias con conceptos o ideologías separatistas. Los hombres que viven en este planeta está reclamando una Edad Blanca de concordia; una Edad en la que todos seamos hermanos. Mientras que otros están aferrados a las partes ,que en otros tiempos fueron bases de poder: divide para reinar.

Este artículo tiene como propósito contribuir a que la humanidad viva una Edad Blanca y que aprendamos el humanismo práctico y no enunciado; que vivamos la Freternidad y no la proclamemos; que los seres humanos podamos realizarnos como tales dentro de la solidaridad, la colaboración, la tolerancia, la complementación, la humildad, en fin el amor y la paz interior de saber que Yo estoy en tí y tu estas en MI  . Debemos trabajar para que exista la Edad de la Gran Concordia

Quiero finalizar esta nota con un poema musical de Beatriz Fernández Forte y Mario Toriani titulado 

La Fuerza del Amor.  Y dice así

Las formas están cambiando/ y también los contenidos/más allá de los sentidos/espera la libertad/de la humanidad/ y la fuerza del amor.

Se diluyen los imperios/se revierte el sufrimiento/y ese muro de lamentos/desmoronado está/ en la comunidad/que albergó en mi corazón.

Puede más un pensamiento/que un discurso elaborado/el momento ha llegado/de decir sin hablar/de escuchar sin oir/de servir a la verdad.

Desandemos el pasado/alineando nuestros cuerpos/que florezcan los desiertos/con la voluntad/de colaborar/con  la fuerza del amor.

Niños sabios van naciendo/¿escuchaste sus aciertos?/los velos están cayendo/con su verdad.

Los ancianos regresaron/de la montaña al llano/están hablando de soles/que vendrán/con la fuerza del amor.